María Rostworowski
(1915 - 2016)
He manifestado muchas veces que soy autodidacta,
hecho que influye en mis remembranzas y las hace más personales. Sin embargo,
puedo decir que los años de aprendizaje los viví en los claustros sanmarquinos.
Mi condición no me obligaba a nada, podía asistir a los cursos que más me
interesaban. No daba exámenes, pero a pesar de estas ventajas añoraba dejar de
ser una alumna libre y hubiera preferido estar atada a horarios y deberes. Solo
con los años he comprendido y valorado mi situación y mi libertad de aquel
entonces, al no tener que asistir a cursos obligatorios.
Me veo en la situación de explicar por qué no podía
ingresar normalmente a la universidad: por no poseer los certificados que
acreditaban siquiera haber aprendido a leer. Había pasado la mayor parte de mi
niñez y juventud en Europa y mi padre, con cierta despreocupación, no conservó
los papelitos necesarios. ¿Acaso una hija tenía que estudiar? ¿El matrimonio no
era la meta de toda joven?
Me
faltaban los certificados de educación media porque la primaria la pasé en el
campo, con profesores, situación bastante aburrida que me era imposible
acreditar. Al momento de rescatar de los colegios los necesarios certificados,
el estado del mundo era un caos, no se podía obtener nada de Europa, no existía
ningún tipo de correspondencia ni de comunicación. El colegio inglés donde
cursé dos años se situaba sobre los acantilados de Brighton y se había
convertido en un cuartel para los soldados de la defensa de la costa británica.
Bruselas sufría la ocupación alemana.
Me
perdonarán esta digresión para explicar mi situación y el no poder ingresar a
San Marcos; fui una alumna marginal, situación que me dolía profundamente.
Por esos
años, grandes e ilustres maestros dictaban cursos en el Patio de Letras, como
Raúl Porras Barrenechea, Luis Valcárcel, Julio C. Tello y otros. Para mi buena
suerte conocí a Porras y se interesó en mis investigaciones. No solamente apoyó
mi proyecto de escribir una biografía del inca Pachacutec, sino que con su
profunda vocación de maestro me orientó y enseñó cómo investigar historia, cómo
fichar, y me suministró la bibliografía necesaria. Además, me consiguió la
autorización para ser alumna libre en San Marcos y el acceso a la biblioteca
central.
Así un
día, tímidamente y con gran respeto, me asomé por primera vez a la universidad.
El aula donde hablaría el maestro estaba colmada y los alumnos se apiñaban. Con
dificultad me hice un sitio, nadie quería perderse ni una palabra del curso.
Brillantes eran las charlas de Porras, los sucesos de la conquista eran
repasados con erudición y ante la expectante audiencia desfilaban los galeones,
los soldados con sus yelmos, arcabuces y alabardas. Imaginábamos la llegada de
Pizarro en su tercer viaje a Tumbes y su sorpresa al hallar la ciudad en ruinas
y quemada después de la derrota naval que sufrió Atahualpa ante el empuje del
curaca de la isla Puná, partidario de Huáscar.
En otras
ocasiones Porras Barrenechea explicaba el valor de cada crónica y analizaba la
veracidad de sus autores. Distintas eran las conferencias de Arqueología del
Dr. Julio C. Tello, ellas tenían lugar a las siete de la mañana y era una
carrera para llegar a tiempo a San Marcos. Primero había que tomar el
‘urbanito’, un pequeño bus un tanto destartalado, atestado de gente, que
después de dar mil vueltas por el ‘balneario’ permitía tomar el tranvía hasta
el Centro de Lima. Mis salidas tan matutinas de la casa disgustaban a mi marido
y a mi hija, y ambos se confabulaban en sus protestas.
No menos
interesantes eran las charlas del Dr. Luis Valcárcel sobre Etnohistoria; fue él
quien acuñó el término para designar el estudio del pasado andino por ser el
pueblo del Ande su tema principal de estudio. Las noticias y la investigación
giraban en torno al hombre y a los grupos étnicos. El doctor hablaba sobre el
Cusco, sus soberanos, los episodios conocidos de su historia; sus palabras me
obligaron a desear viajar a la capital del Tahuantinsuyu, y recuerdo el impacto
que me produjo su primera visión. Quedé deslumbrada por su belleza, su
luminosidad y los colores de su campiña. El Cusco se volvió un recuerdo
inolvidable.
Un
importante acontecimiento en San Marcos fue el Primer Congreso Internacional de
Peruanistas, organizado por el doctor Porras Barrenechea, director del
Instituto de Historia de la Facultad de Letras, con ocasión de celebrarse, el
12 de mayo de 1951, el IV Centenario de su fundación por Cédula Real de Carlos
V y de la Reina Madre Doña Juana.
En
respuesta a la convocatoria acudieron eminencias, profesores y alumnos
nacionales y extranjeros de las especialidades de Historia, Arqueología,
Etnología, Arte y Folclore.
Por
entonces había terminado la primera versión de la biografía de Pachacutec Inca
Yupanqui, y Porras me pidió presentar una ponencia sobre un capítulo que
trataba de las sucesiones inca por encontrarlo novedoso. Aquello fue mi debut,
y por supuesto estaba aterrada de hablar ante destacadas personalidades.
Recuerdo que Wendell Benett se percató de mi angustia y me tranquilizó con
palabras de aliento.
Para
terminar estas cortas notas sobre mis recuerdos —no en vano pasan los años—
añadiré que al no haber sido una alumna en situación normal, ni haber enseñado
en San Marcos, no tuve la oportunidad de ver los defectos que otros pudieron
sufrir […]. Para mí San Marcos representaba un ideal, un centro de sapiencia.
*Texto entregado a la biblioteca del IEP.
"Mis recuerdos de San Marcos", por María Rostworowski. Suplemento "El Dominical" Diario El Comercio. Agosto del 2015).
Hasta los ochenta,tiempos dificiles para todos, podiamos ir a diferentes aulas en toda la CU de SM, se leia muchisimo y se debatia todavia mas y todos los magnificis maestros que uno puede recordar decian haber asistido como alumno libre a clases con temas de su predileccion, es decir fueron "universitarios"; igual que esta maestra Raulporrista.
ResponderEliminarHasta los ochenta,tiempos dificiles para todos, podiamos ir a diferentes aulas en toda la CU de SM, se leia muchisimo y se debatia todavia mas y todos los magnificis maestros que uno puede recordar decian haber asistido como alumno libre a clases con temas de su predileccion, es decir fueron "universitarios"; igual que esta maestra Raulporrista.
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