«El Instituto quiere
expresar su agradecimiento a todos los que han contribuido a convertir en
realidad esta iniciativa de orden cultural: al Consejo Universitario que aprobó
su creación como el mejor homenaje a los eminentes servicios prestados a la
Universidad y al país por el maestro Porras; a Fernando Llosa y a Félix Álvarez
Brun, que han donado la residencia como sede insustituible del Instituto; al
señor Rector y a las autoridades universitarias que han ofrecido facilidades
para la marcha de la institución…al reducido personal del Instituto que ha
trabajado con dedicación y entusiasmo en las complejas tareas de organización y
restauración del local para adecuarlo a las necesidades del Instituto…Que la
obra de Porras siga uniendo a mucha gente en los altos propósitos patrióticos y
de cultura que animaron su vida y nos reafirme en la idea de que el país
requiere para sus mejores empresas despojarse de rencillas y odios que cultivan
los profesionales de la división, para lograr lo que persiguió el maestro, la
unidad, la conciliación y la síntesis en las premiosas tareas que el Perú y
nuestro tiempo reclaman impostergablemente y que Vallejo, unido por muchas
razones al nombre de Porras formuló en la invocación “tenemos, hermanos,
muchísimo que hacer”».
Fragmento del discurso del Director Fundador del Instituto, Jorge Puccinelli Converso al inaugurar el IRPB en diciembre de 1965. (Gaceta Sanmarquina, Nº 20, enero de 1966, página 5).
«El hogar del maestro se ha convertido en Casa-Museo donde se mantiene su recuerdo y se han adecuado algunas habitaciones como salas de trabajo para investigadores, para desarrollar cursillos y un salón de conferencias. Tú comprendes que es un orgullo para sus discípulos que, lo que costó sacrificios y trabajos al maestro, revierta en homenaje suyo, y de cuantos quisieron o pensaron que se hiciera otra cosa. Existe acuerdo en algunos de los discípulos, entre los que me encuentro yo, de donar nuestras bibliotecas particulares para constituir la biblioteca del instituto. Tú sabes que la biblioteca del doctor Porras pasó íntegramente a la Biblioteca Nacional por disposición testamentaria. El doctor Porras no pensó jamás que nosotros convertiríamos su casa en una institución donde se mantuviese permanente memoria suya, bajo la misma inquietud que él alentó: trabajar por la cultura en nuestra patria».
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